"Anoche soñé que volvia a Manderley...". Nadie que conozca la película basada en esta novela podrá olvidar la voz en off que recita la frase inicial de la obra más lograda de Daphne du Maurier: Rebeca. Así comienzan los recuerdos de la segunda señora De Winter, que la transportan de nuevo a la aislada y gris mansión situada en la húmeda y ventosa costa de Cornalles. Con un marido al que apenas conoce, la joven esposa llega a este inmenso predio para ser inexorablemente ahogada por la fantasmal presencia de la primera señora De Winter, la hermosa Rebeca, muerta pero nunca olvidada. Su habitación permanece intacta, sus vestidos listos para ser lucidos, y su sirvienta, la siniestra señora Danvers, aún le profesa una devoción malsana. Y con el espeluznante presentimiento de que algo maligno le está aprisionando el corazón, la joven comienza a investigar el verdadero destino de Rebeca: el oscuro secreto de Manderley.

Daphne du Maurier es considerada una maestra del suspense y de la irresolución. En sus historias sorprenden la gran profundidad psicológica y la maestría con la que construye atmósferas contaminantes.
Du Maurier, heredera de la gran literatura gótica de la época victoriana, fue una gran revolucionaria del género. Su reconocimiento se debió en gran parte a su mejor lector, Alfred Hitchcock, que se inspiró en sus relatos y novelas para algunas de sus películas más logradas.
Los pájaros tiene lugar en un entorno rural y costero de Cornualles y es el
relato de una pesadilla: la naturaleza que se rebela contra los hombres.
La emoción más antigua y fuerte de la humanidad es el miedo, y el miedo más fuerte y antiguo es el miedo a lo desconocido. Du Maurier hace añicos la comodidad y obliga al lector a mirar a lo familiar de una manera nueva y diferente, desorientándolo. Al convertir a estas criaturas cotidianas en máquinas de matar salvajes Du Maurier logra un efecto mucho más aterrador que si hubiera elegido un depredador fantástico o sobrenatural.
Daphne du Maurier (1907-1989) empezó a escribir muy joven y obtuvo pronto una gran popularidad. En 1969 fue nombrada Dama de la Orden del Imperio Británico. Nació el 13 de mayo de 1907 en Londres, segunda hija del famoso actor Gerald du Maurier y de la actriz Muriel Beaumont. Daphne publicó su primer cuento en 1928; su primera novela, The Loving Spirit, fue publicada en 1931, y la última, Rule Britannia, cuarenta y un años después. Junto con Rebecca (1938), obtuvo grandes éxitos con sus novelas La Posada de Jamaica (1939) y El pirata y la dama (1944), todas ellas adaptadas al cine. Las tres novelas fueron ambientadas en Cornualles, donde ella vivía. Además de múltiples libros de no ficción, Daphne du Maurier también escribió tres obras de teatro (incluida una adaptación de Rebecca). Murió el 19 de abril de 1989 en Par, en su querida Cornualles, cinco semanas antes de cumplir ochenta y dos años.
Pablo Gallo (La Coruña, 1975) es pintor e ilustrador. Comenzó sus estudios en la Escuela de Arte Pablo Picasso de Coruña y posteriormente siguió estudiando en Barcelona en la Escuela de Arte Massana. A partir de 1995, fecha de su primera exposición individual, ha desarrollado una carrera profesional como pintor, ilustrador y creador de videoarte. Sus principales influencias son tanto pintores clásicos como Durero o Velázquez, como algunos contemporáneos como Hopper, Beuys y Hockney. Su estilo también se ha visto influenciado por grandes dibujantes de cómic como Crumb, Moebius o Ibáñez. Actualmente reside en Bilbao.

noche soñé que volvía a Manderley.» Con esta frase Daphne du Maurier nos introduce en el universo de una mansión en apariencia idílica, con rosaledas y caminos bordeados de rododendros, y praderas que terminan en una pequeña cala. Es la casa de Maxim de Winter, en la que vivía con su esposa Rebecca hasta que ésta murió ahogada en el mar y a la que ahora regresa con su nueva e inocente mujer. Ésta pronto descubrirá, sin embargo, que Manderley no es el mundo perfecto que ella cree: allí vive también la inquietante señora Danvers, el ama de llaves, quien no sólo no acepta a la joven, sino que constantemente le recuerda la figura de Rebecca, la única e insustituible señora De Winter. Rebecca, la encantadora, inteligente y segura Rebecca, cuyo rastro está presente en todas las habitaciones, en cada jarrón, en cada cuadro, en los membretes del papel de cartas. Rebecca, la criatura más hermosa del mundo. Rebecca, la presencia que recorre Manderley y el eco de cuya risa resuena aún en los pasillos cerrados de la casa. Una risa que en el fondo, oculto entre los pliegues de su sonido cristalino, esconde el sabor amargo de los secretos inconfesables. Desde su publicación, hace ya setenta años, Rebecca no ha dejado de cautivar a generaciones de lectores, fenómeno al que no fue ajeno su magnífica adaptación cinematográfica. Du Maurier logra retratar la psicología de sus atormentados personajes con precisión quirúrgica y recrea una inquietante y malsana atmósfera en esta obra maestra, convertida en uno de los más logrados ejemplos de novela gótica del siglo xx.

Daphne du Maurier explicaba en una nota preliminar a La posada Jamaica (1936) que la posada a la que alude el título aún seguía en pie y que la novela era el producto de sus fantasías sobre cómo habría sido ciento veinte años antes. Un carruaje que atraviesa los páramos de Cornualles es zarandeado por la tormenta y en él una joven huérfana, Mary Yellan, se dirige al encuentro del único familiar que le queda, su tía Patience, que junto con su marido regenta una lóbrega posada de mala fama... a la cual el cochero apenas se atreve a acercarse. Las tormentas, los páramos desolados, los bandidos y dos mujeres atrapadas en un universo sin ley, saturado de violencia, componen la atmósfera de esta excelente novela, un auténtico clásico moderno que mezcla la fascinación por la oscuridad con una crítica vehemente de la brutalidad doméstica. Fue llevada al cine por Alfred Hitchcock en 1939.

Lady Dona St. Columb tiene veintinueve años y está casada con un baronet frívolo y satisfecho de sí mismo. Ocupa un lugar destacado en la corte de Carlos II, tiene muchos admiradores y cuando se aburre se disfraza de bandolero y asalta a ancianas condesas. Un día se lleva a sus dos hijos y se instala en Navron House, la casa familiar de su marido. En su camino se cruza un pirata francés que es el terror de la región: no tardará en pensar que son «el uno para el otro, dos trotamundos, dos fugitivos sacados del mismo molde». En El río del Francés (1941), Daphne du Maurier plantea si para una mujer la libertad equivale forzosamente a una huida, y si en cualquier caso es posible alguna vez «convertirse en otra persona».